Oh musas del parnaso, acoged la demanda que como humilde suplicante, roído por mil miedos, deposito a vuestros pies, temiendo que en lugar de flores una oleada de imprecaciones caiga sobre mi cabeza.
Astrónomo no soy, ni Historiador, ni Poeta y sin embargo me dispongo, entre los doctores, a disertar sobre todo, confundido por los ardores del neófito impenitente al que nada detiene.
Hijas de Mnemosine, ayudadme necesito vuestro apoyo para que guie mi tímido paso y así hacer un recorrido sin tacha por la ciencia.
Si pudieseis desarmar la critica pérfida, y a vosotros, los dioses del Olimpo, que todo lo arbitráis desde las alturas abrirme sonriendo las puertas de la Atlántida.
Del Libro: el Desafío de los Atlantes – Jean Deruelle
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